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Hambre en la tierra de la abundancia

En el país en el que muchos se van a dormir sin comer, se bota cerca del 10% de los alimentos que se producen para el consumo.

¿Por qué pasa esto?

¿Qué se está haciendo para bajar esta cifra?

¿Qué podemos hacer desde lo individual?

Los bancos de alimentos recolectan la comida que no puede comercializarse y la donan a fundaciones e instituciones para lograr reducir este porcentaje.

Por eliana gil posada

Video: Eliana Gil. Animación: Stivens Castaño. Voz: Verónica Echeverri.

Wilson Montoya, vive en Belén Rincón hace 54 años. Lleva asistiendo al comedor más de 7 años. Foto: Eliana Gil.

En una casa ubicada en el barrio Belén Rincón, en el occidente de Medellín, la comunidad religiosa de las Hijas de María Auxiliadora ayudan, como mejor pueden, a detener dos grandes problemas en Colombia: el hambre de cientos de personas y el desperdicio de comida.

Lo hacen a través del almuerzo que dan de lunes a viernes a todo el que tenga hambre: ancianos que no gozan de una pensión, habitantes de calle, migrantes que van de paso por la ciudad, niños y jóvenes en cuyos hogares escasea el alimento. Para muchos de ellos, esa es la única comida del día.

La mayoría de la población que asiste es fija, hay algunas que no vuelven; otras que se enferman o a las que se les presenta la oportunidad de trabajar y no pueden ir y muy pocas nuevas, a quienes, cuando las identifican,  les preguntan el nombre y a qué se dedica, en un intento por indagar un poco si la persona realmente asiste por necesidad.

A las personas nuevas les preguntan datos básicos: nombre, dirección si tienen y a qué se dedican, en un intento por saber si realmente asiste al comedor porque lo necesita.

En 2022, el 36.6% de los colombianos estaba en condición de pobreza monetaria, unas 18 millones de personas.

 

El 13.8% de los colombianos registran pobreza monetaria extrema, unas 6 millones personas.

Al comedor asisten personas que son habitantes de calle, que no tienen un trabajo fijo o que trabajan como recicladores. Foto: Eliana Gil.

En Colombia, 13 millones de personas se encuentran en inseguridad alimentaria moderada o severa, según el Programa Mundial de Alimentos, esto es un cuarto de la población total del país.

La inseguridad alimentaria moderada se presenta cuando las personas no tienen dinero o recursos suficientes para tener una dieta saludable o cuando tienen incertidumbre sobre la capacidad para obtener los alimentos y, por lo tanto, reducen la cantidad de consumo saltándose comidas principales. La inseguridad severa se da cuando los hogares o personas han sentido hambre varios días al año y no han podido comer por falta de dinero.

Información tomada de la Evaluación de Seguridad Alimentaria para Población Colombiana 2024 del Programa Mundial de Alimentos. Gráfico: Eliana Gil.

Los miércoles cada quince días, Sor Mileidy acompañada de otra hermana o de alguna postulante de la comunidad, va al Banco Arquidiocesano de Alimentos a recoger las donaciones, hoy la acompañan Sor Mercedes y Sor Bernarda.

Tras dar el aporte solidario de 150 mil pesos se acomodan unos 100 kilos de alimentos en un carro de diez pasajeros. Esta vez la comunidad sale con: un bulto de zanahoria, uno de yuca, canastillas con yogurt, leche descremada, papaya y banano, una gran cantidad de donas dulces, paquetes de doritos picantes, cajas de salsas, hueso de espinazo y el pan que se produce en el banco de alimentos.

Sor Mileidy ingresó hace un año a la comunidad Hijas de María Auxiliadora hace un año. Foto: Eliana Gil.

Los productos se acomodan delicadamente dentro del vehículo de manera que sufran lo menos posible en el camino. Foto: Eliana Gil.

En el país el 35% de la comida que hay disponible para el consumo, no se aprovecha. Es decir, de los 28,5 millones de toneladas de comida que se produce, 9,76 millones se pierde y desperdicia, según el Departamento Nacional de Planeación (DPN).

Si se presenta así, esta cifra parece un poco escueta, no se logra dimensionar la cantidad de comida a la que equivale ese número. Un dato más ejemplificado, según la misma entidad del gobierno,  con la cantidad de alimentos desperdiciados en un año se podría alimentar a toda la población del departamento de La Guajira durante ocho años.

La perdida y desperdicio de alimentos se presenta durante toda la cadena alimenticia, cuando se da en las etapas de producción agropecuaria y procesamiento industrial se utiliza el término perdida. Y cuando se presenta en las etapas de distribución y consumo se habla de desperdicios.

Las frutas y las verduras son el grupo alimenticio que menos se aprovecha. De los 9,76 millones de toneladas, 6,1 millones son de este grupo. En el listado le siguen las raíces y tubérculos, los cereales, los cárnicos, las legumbres, el pescado y finalmente los lácteos.

Información tomada del estudio Pérdida y desperdicio de alimentos en Colombia del Departamento Nacional de Planeación. Gráfico: Eliana Gil.

El 64% corresponde a pérdidas (etapa de producción, postcosecha, almacenamiento y procesamiento industrial).

 

36% corresponde a desperdicio (distribución, venta y consumo en hogares).

Sor Vicky, la directora de la comunidad, revisa lo que les dieron en el banco de alimentos. Foto: Eliana Gil.

El almuerzo, su única comida del día.

Al llegar a la casa de las Hijas de María Auxiliadora, las postulantes y aspirantes a convertirse en religiosas suspenden las clases y ayudan a bajar del carro todos los alimentos y los llevan hasta el patio, allí se selecciona lo que debe ser utilizado en menor tiempo y lo que puede quedar almacenado por algunos días.

Cuando reciben productos de frutas y verduras que están muy maduros, procuran utilizarlos lo más rápido posible para evitar generar desperdicios. El banano es de las frutas que más sufre en el proceso, pues al recibir cualquier golpe o mal trato se magulla, por lo que deciden utilizarlos para el almuerzo de ese día.

Sor Mileidy selecciona los bananos que están en mejor estado para que al final del almuerzo las personas se puedan llevar de a uno. Los más magullados se utilizan para hacer jugo.

Foto: Eliana Gil.

El comedor está en un salón grande a unos metros de la casa principal. En la pared del fondo se visualiza un cuadro de María Auxiliadora, hay mesas grandes de aluminio y apiladas al lado derecho están las sillas plásticas que cada persona va tomando para sentarse a medida que van llegando. Al lado izquierdo hay escurridores de loza con platos y vasos que lavan las mismas personas cuando terminan de comer.

Hay varios escaparates. En uno de ellos hay materiales para hacer artesanías porque algunas veces el lugar es utilizado para enseñar y hacer manualidades. También hay un refrigerador grande de acero que fue un regalo de las hermanas de la Provincia María Auxiliadora ya que, por tiempos en el proceso de la solicitud, la Fundación Fraternidad Medellín, una de sus fuentes de financiación, no se las pudo dar.

El refrigerador garantiza más capacidad para almacenar los alimentos y así “beneficiar a los más pobres y garantizar un mejor bienestar” dice Sor Mileidy.

Foto: Eliana Gil.

La comunidad hace parte de una familia religiosa fundada por San Juan Bosco y Santa María Mazzarello. Este año cumplen 50 años.

Foto: Eliana Gil.

Este era un recurso muy necesario porque en varias ocasiones no pudieron recibir productos del banco de alimentos que requerían de refrigeración por no tener la capacidad de almacenarlos.

El almuerzo de ese día era sopa de pastas con hueso de espinazo y arroz.

-Cuando les damos hueso les gusta mucho, pero no siempre que tenemos se los damos, porque no sabemos cuánto nos va a durar ni cuándo nos vuelven a mandar, cuenta Sor Mileidy.

No quieren acostumbrarlos a un alimento que no siempre pueden tener para evitar reclamos o exigencias cuando no les puedan dar.

A las 11:00 a.m., Amparito, la señora que prepara los alimentos, y Elisa, una voluntaria que a veces va a ayudarle, empiezan a servir y a colocar los platos de comida en una mesa. Las porciones son generosas, muchas de las personas se comen una parte y guardan lo demás para la noche, pues para algunos es la única comida que tienen al día.

“A mí sí me gustan las fotos, que me vean sirviendo los almuerzos”-Elisa. Foto: Eliana Gil.

En el 24% de los hogares medellinenses algún miembro de la familia comió menos de tres comidas porque no había suficientes alimentos, según la Encuesta de Percepción Ciudadana de Medellín del 2022, esta es la cifra más alta en 17 años.

Todos los días la comunidad Hijas de María Auxiliadora sirve de 30 a 35 almuerzos.

Foto: Eliana Gil.

A las 11:30 a.m., empiezan a llegar las personas, toman una silla de las apiladas al lado derecho y se sientan a esperar. Antes de darles el almuerzo, una de las postulantes les da un mensaje sobre Dios. El de ese día fue sobre la luz y la oscuridad, y como Dios era esa luz que ellos debían buscar. Luego, a cada uno le dan un plato de comida, un vaso de yogurt y una coquita con migas de donas, parte de lo que habían recogido en la mañana en el banco de alimentos.

Victoria Celeste se encuentra en la etapa inicial de su formación en la vida Salesiana con las Hijas de María Auxiliadora. Foto: Eliana Gil.

Victoria selecciona las donas que están más enteras para darlas al final del almuerzo, a quién quiera llevárselas y las que están más en migas se sirven en una coquita. Foto: Eliana Gil.

Infografía tomada de la página de web de la Asociación de Bancos de Alimentos. ABACO.

La segunda oportunidad de los alimentos

La Asociación de Bancos de Alimentos de Colombia ABACO es una red de 25 bancos de alimentos ubicados en diferentes ciudades del país. En Medellín hay dos: la Fundación Saciar Banco de Alimentos y la Fundación Banco Arquidiocesano de Alimentos.

Se encargan de rescatar excedentes alimentarios del sector agropecuario, industrial, comercial, hotelero, restaurantes, personas naturales, y los distribuyen a la población vulnerable, cada año evitan que 25.000 toneladas de comida se tiren a la basura, según la entidad.

En 2023 recibieron en donaciones 34.777 toneladas de comida y compraron 8.325 toneladas. Entregaron a la población beneficiaria, 41.857 toneladas de producto, lo que equivale a llenar 1.308 tractomulas de alimentos.

En la página de web de la Asociación de Bancos de Alimentos se puede consultar más información.

“Colombia muere de hambre, pero bota comida”

“A pesar de que tú comes seis veces al día, mínimo cuatro o cinco, botas comida. En pleno siglo XXI eso no debería pasar cuando hay gente que se muere de hambre”, dice Gloria Arango, quien hace 10 años trabaja para en el banco de alimentos. Junto a su compañero Mateo Acevedo, coordinador de programas y proyectos, cuentan sobre el quehacer  y cómo funciona la Fundación Saciar Banco de Alimentos.

El foco de la Fundación Saciar no es solamente la alimentación, sino que los niños crezcan, que tengan sueños, que puedan salir adelante y que estudien. Foto: Facebook Fundación Saciar.

La Fundación Saciar Banco de Alimentos es una institución sin ánimo de lucro y de carácter privado cuyo propósito, según la propia entidad es “la construcción de tejido humano y social, la lucha contra el hambre, la recuperación del desperdicio de alimentos y el fortalecimiento institucional”.

Ayudan a más de 300 instituciones que trabajan con población vulnerable, que tienen a cargo niños, adultos mayores y madres gestantes. Estas son de todo tipo: eclesiales, evangélicas,  niños con cáncer, habitantes de calle, los aguapaneleros, las personas que reciclan, entre otros, hay una gran diversidad.

"Deben ser organizaciones sin ánimo de lucro, estar legalmente constituidas, tener unas líneas de intervención claras, una población definida, y que se evidencie que no tienen un ingreso superior a X o Y monto. Se les entrega a un valor cero, pero con corresponsabilidad”, dice Gloria Arango.

Las instituciones envían a una o varias personas para seleccionar y verificar que todo esté bien, y a los días la institución a la que pertenecen se lleva los alimentos.

Foto: Eliana Gil.

Se puede tener la creencia de que la comida que se recoge en los bancos de alimentos son sobrantes. ¿Qué tipo de alimentos reciben y en qué condiciones deben estar?

Se recibe cualquier tipo de alimentos. Por políticas internas de donación, nosotros lo que buscamos es que el producto como mínimo tenga cinco días antes de la fecha de vencimiento porque hay que tener en cuenta temas logísticos de distribución.

En la etapa de producción se puede disminuir la pérdida de comida educando al campesino. Foto: Facebook Fundación Saciar.

¿Cuántas toneladas de alimentos recogen?

En 2023 fueron 6.255 toneladas. El programa Reagro aporta el 55% de estos alimentos correspondientes a frutas y verduras, fueron alrededor de 3.440 toneladas de producto rescatado, el porcentaje restante pertenece a cárnicos, lácteos y panadería.

Nuestras falencias más grandes dentro del banco de alimentos son arroz, garbanzo y lentejas, nadie nos dona productos no perecederos ni proteína, salvo por Sicarnes que nos dona espinazo y viseras, y el grupo BIOS, con el que tenemos una afinidad muy bonita, que de vez en cuando y cuando puede, nos dona pollito.

Según el Departamento Nacional de Planeación, el 62% de los alimentos que se desperdicia a nivel nacional son frutas y verduras. ¿Por qué creen que se dé esto?

El desconocimiento de los campesinos, porque ellos no piensan de una manera prospectiva cuando están realizando el cultivo.

 

Si un campesino sabe que un compañero va a sembrar repollo y que otro va a sembrar tomate, debería sembrar cebolla, pero ellos no lo hacen así.

 

Si la zanahoria está pegando, todos se ponen a sembrar zanahoria, llega la cosecha y se sube la oferta y daña la demanda, y es ahí cuando se genera la pérdida de esos alimentos.

“Reagro es una red de amigos, es un voz a voz, es llevar el mensaje y decir: no bote esa zanahoria, hay una fundación que recoge eso y se lo lleva a los niños”-Mateo Acevedo. Foto: Facebook Fundación Saciar

¿Cuáles son las fuentes de financiación del banco de alimentos? ¿Cuenta con fuentes externas o el banco es autosostenible?

No lo es, hay que buscar la sostenibilidad y el recurso mes a mes. Esto se hace mediante proyectos de cooperación empresariales, tenemos el tema de las campañas, planes padrinos, en los que se vinculan empresas con su personal y estos se vinculan con una módica suma que accedan a entregar, está el bingo, el banquete, los bazares, tenemos tarjetas de navidad, y bonos, que son mensajes bonitos y que dicen que por la compra de este bono un niño es alimentado. Eso mueve mucho porque es muy bonito.

Reagro es un programa que tiene un aprovechamiento del 98%, es decir, el producto que se recuera es casi de primera. Foto: Eliana Gil.

Hace un momento mencionaban el programa Reagro. ¿Este en qué cosiste?

Recuperación de Excedentes Agropecuarios es un programa muy bonito que ha venido creciendo en los últimos doce, trece años.

Vamos donde el campesino, hablamos con él y nos entrega la primera cosecha que da el cultivo porque se conecta emocional y espiritualmente con lo que es Fundación Saciar, tienen la certeza de que si ellos donan las primicias entonces la abundancia se desborda y la cosecha se explaye de una manera gigante.

"El campesino que quiera hacer parte del programa solo nos debe llamar, nosotros vamos y recogemos, no necesita nada más porque ellos no tienen ni RUT ni Cámara de Comercio".

¿Y el programa de Templos Comedores?

El Templo Comedor es un recinto que es como la iglesia, pero en vez de tener solamente sillas para la eucaristía tenemos sillas y mesas para que nuestros niños, adultos mayores y madres gestantes reciban el alimento.

Con estos queremos dignificar el ser humano y que el alimento sea el vehículo para lograr una transformación social y comunitaria, que ese Templo Comedor sea el propulsor de cambio de la dinámica del entorno en donde está ubicado.

Buscamos tener una población directa y permanente a quiénes podamos hacer un seguimiento nutricional minucioso para ver el impacto que estamos teniendo en ellas. En 2023 cerramos con 1.970 personas atendidas en los once Templos Comedores.

Templo Comedor Teresa Benedicta de la Cruz. La Fundación Saciar es el único banco de alimentos con modalidad de Templos Comedores. Foto: Facebook Fundación Saciar.

En la página de web de la Asociación de Bancos de Alimentos se puede consultar más información.

¿Qué necesitan las personas para participar de este programa?

Hay varias connotaciones importantes para que ellos puedan ir al Templo Comedor, una de ellas es que todos deben estar escolarizados.

 

El segundo es que a las mamás de los niños les decimos que nos ayude a preparar los alimento. Muchas de ellas vienen de un desplazamiento forzado y llegan a estas comunas donde nosotros estamos ubicados, sin una dirección, por lo que les ofrecen la prostitución o que vendan droga.

Y tenemos nuestros adultos mayores que también muchos vienen de un desplazamiento forzado y a ellos los ponemos a hacer cositas: a arreglar algo, a que ayuden a pelar papitas u organizar algo que se necesite, porque no regalamos el pescado, enseñamos a pescar.

"Como no tenemos dinero, nuestros recursos son muy pocos, entonces no tenemos cómo pagarle a alguien para que vaya y nos prepare los alimentos. Nosotros no somos como otros bancos de alimentos u otras entidades de fundación que reciben dólares y euros".

Los productos que casi no donan son los de la canasta básica familiar. "A los beneficiarios que son tan pobres hay veces les damos lo que comen los ricos"-Javier Ramírez. Foto: Eliana Gil.

“Subsidiamos y ayudamos para que la persona tenga una vida bonita”

En el barrio Belén cerca a la estación Industriales del Metro de Medellín se encuentra una bodega a la constantemente están entrando y saliendo vehículos grandes y pequeños, afuera se lee Fundación Banco Arquidiocesano de Alimentos de Medellín.

Adentro hay toda una operación que aporta a la recuperación no solo de alimentos sino también de artículos y productos que están en buen estado pero que ya no pueden ser comercializados y que, por lo tanto, las empresas donan.

En los dos primeros estantes se encuentran los productos que el Banco Arquidiocesano de Alimentos compra, en el año 2023 fueron 247 toneladas. Foto: Eliana Gil.

El Banco Arquidiocesano de Alimentos atiende a más de 200 instituciones que trabajan con personas vulnerables: hogares geriátricos, de acogida, de niños huérfanos o con trastornos de salud, parroquias, fundaciones, entre otras. En el 2023 impactaron a 67.577 personas, mensualmente recuperan en promedio 180 toneladas de comida.

Javier Ramírez, director del Banco Arquidiocesano de Alimentos, explica que hacen un filtro para que los alimentos y productos que donan no estén en mal estado ni dañados, porque buscan dignificar en todo el sentido de la palabra, para que las personas que están en el sistema entiendan que al subsidiar y ayudar buscan que la persona tenga una vida más bonita.

Voluntaria empaca los mercados que contienen parte de producto donado y parte de producto comprado, estos los adquieren las fundaciones o parroquias dando un aporte solidario. Foto: Eliana Gil.

Al crecer las donaciones el banco empezó a ampliarse tanto física como a nivel de procesos y de beneficiarios. Desde 2014 están en la bodega actúa. Foto: Eliana Gil.

El banco inició su labor en 1999 en una pequeña bodega cerca de la Plaza Mayorista. Un grupo de personas se reunieron y salieron puerta a puerta en busca de donaciones para ayudar a los más pobres. A medida que ayudaban a más personas, se regó la voz sobre la obra que estaban haciendo y se unieron más donantes.

En la bodega hay una zona donde se preparan los paquetes que cada institución se lleva, ellos los llaman Palet de San José, son 100 kilos de producto, a veces puede ser más o menos, pero siempre intentan que haya una combinación que permita garantizar los nutrientes básicos: proteína, carbohidratos y lípidos.

El 15% de los hogares colombianos experimentan brechas importantes en el consumo de alimentos, según el Programa Mundial de Alimentos. Es decir, no logran tener una alimentación completa con todos los grupos nutricionales requeridos, las principales causas de esto son la falta de dinero para comprar alimentos, el aumento en el costo de alimentos y la reducción de ingresos.

La mayoría de las instituciones beneficiarias cuentan con transporte propio para ir hasta la bodega y recoger la comida. Sin embargo, el banco está implementando el proyecto Transfubam para llevar los productos hasta las fundaciones que no tienen carro o que no cumplen con las condiciones de bioseguridad.

Son 150 voluntarios que se van llamando según la necesidad que tenga el banco.

Foto: Eliana Gil.

El banco también tiene programas de voluntariado. Algunos se reclutan voz a voz o a través de la página web, con estos se hace un pre-reclutamiento que incluye una reunión en la que se les informa cómo funciona y qué tendrían que hacer. Luego se hace un contrato con ellos que dura hasta que la persona o el banco quiera.

También tiene voluntarios por programas de resocialización, estas son personas que tenían algún tipo de adicción y entran en un proceso de sanación que dura diez meses, a los tres primeros empiezan el voluntariado en el banco y se quedan hasta cumplir los diez meses.

 

Finalmente los voluntarios de conocimiento que son personas que van a dar charlas a los empleados del banco o a las instituciones sobre temas de administración, psicología, servicio al cliente, entre otros.

Las fundaciones e instituciones beneficiarias del banco están programadas para ir a recoger los alimentos, esto con el fin de tener un orden en la entrega y para preparar los Palet según las necesidades que se conozcan sobre la organización que vaya a asistir.

Estas dan un aporte solidario al banco de no más de 150 mil pesos para apoyar a que la obra continúe y se perpetúe en el tiempo.

 

Este aporte es un simbolismo que tiene dos pretensiones: que las instituciones sepan que les costó, pues así se disminuyen los desperdicios. Y el segundo es que en alguna medida contribuye con la logística.

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El banco tiene una sala en la que las frutas y verduras que están muy maduras se limpian, desinfectan y se trozan para entregarlas organizadas a las instituciones. Foto: Eliana Gil.

Uno de sus principios es que lo que recuperan lo entregan de una manera adecuada.

Foto. Eliana Gil.

Sor Mileidy se acerca a una de las personas antes de darle el plato de comida, lo mira y le pregunta si había consumido alguna sustancia. Él, sin mirarla y en voz baja, le dice que no, que como se le ocurre. Niega con la cabeza, la mira de reojo y sigue diciendo que no lo está.

 

La hermana le entrega el plato de comida y le advierte que esa es la última vez que le dan comida en ese estado.

Ellas tienen establecidas algunas reglas: el lavado de la loza cuando terminan de almorzar, que algunos de ellos les ayuden con el aseo y organizando las sillas después del almuerzo y la más importantes es que no pueden asistir al comedor en estado de embriaguez ni con sustancias alucinógenas.

-Ya había asistido una vez en esas condiciones -cuenta Sor Mileidy- esta es la segunda vez. A la tercera vez le negamos el almuerzo, con mucho pesar, pero es que debe haber un respeto hacia nosotras y hacia el establecimiento.

Cuando terminan de comer, se paran, lavan la loza, unos toman una escoba y empiezan a barrer, otros van saliendo uno a uno, dando las gracias. 

 

Algunos llevan coca con un almuerzo adicional que les dan, cuando pueden, para personas que están enfermas y que no pudieron ir. Esta vez a todos les dan un banano y los que quieran repetir, otra dona dulce.

Varias de las personas que almorzaron en el comedor, suben a la casa principal para ayudar a Sor Leidy con un trabajo para la universidad, ella estudia Psicología en la Universidad Luis Amigó. Se trata de una actividad en la que deben tomar un objeto que represente lo que para ellos ha significado el comedor.

 

En general todos están muy agradecidos con ellas por el plato de comida que les dan en el día, les tienen un gran aprecio y respeto.

Muchos de ellos llevan asistiendo al comedor más de 10 años. Foto: Eliana Gil.

Cuando empezaron con el comedor solo podían dar a las personas un sanduche y yogurt. Foto: Eliana Gil

¿Qué podemos hacer?

Cada uno de nosotros, a través de pequeñas acciones, podemos contribuir de manera positiva a esta problemática, y cuidamos la economía individual, pues cuando se bota comida también se está botando dinero.

Tomar mejores decisiones al momento de hacer el mercado: tener en cuenta los tiempos de maduración de los alimentos, así como la forma en la que se deben almacenar para que se conserven de la mejor manera y calidad, no descartar las verduras o frutas solo porque no son bonitas o “normales”.

tIEMPO DE CONSERVACIÓN DE ALGUNOS ALIMENTOS

(Deslice hacia izquierda y derecha la barra que tiene cada imagen)

Sor Bernarda prepara las yucas para almacenarlas. Foto: Eliana Gil.

Así mismo, regular la cantidad que se compra, de forma tal que se compre solo lo que se esté en capacidad de gastar, acompañado de servir solo lo que va a consumir, minimiza los desperdicios que generamos en casa.

Los grandes cambios empiezan desde las acciones individuales, por más pequeñas que sean.

Agradecimientos

Juan Gonzalo Betancurt - Editor

Gloria Arango - Fundación Saciar

Mateo Acevedo - Fundación Saciar

Javier Ramírez - Banco Arquidiocesano

Giovanny Gil - Banco Arquidiocesano

Ana Maria Ramírez - Banco Arquidiocesano

Sor Mileidy, Sor Vicky y toda la comunidad de religiosas Hijas de María Auxiliadora

Stivens Castaño

Verónica Echeverry

ENTRE 
PALABRAS

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